Los germinados, también conocidos
como brotes, son alimentos vivos de gran valor nutricional y ricos en
oligoelementos, aminoácidos, minerales, enzimas y vitaminas.
Puedes comprarlos ya preparados o
puedes hacerlo tú misma en tu casa y para ello sólo necesitas: una legumbre
como puede ser las lentejas, los garbanzos etc. o bien un cereal como puede ser
el trigo, la espelta, la cebada el arroz etc.
Comer semillas germinadas es
comer vida. Es incorporar auténtica energía vital concentrada a todas las
células del cuerpo, favoreciendo la salud y alargando la vida. Los germinados
son un regalo de la naturaleza que podemos cultivar nosotros mismos.
Su riqueza en enzimas, clorofila,
aminoácidos, minerales, vitaminas y oligoelementos vivos los convierte en
alimentos completos que contribuyen a corregir las carencias de la alimentación
moderna.
Cómo hacer germinados en casa
Es muy fácil, hoy en día adquirir
los germinados en cualquier supermercado, pero es mucho más económico hacerlos
tu misma en casa. Necesitarás muy pocos materiales: un frasco, gasa y una goma
y lo más importante: Semillas para germinar, las que tu prefieras.
Colócalas en el frasco de vidrio
y cúbrelas con agua, y las dejas que pasen toda la noche cubiertas de agua a
temperatura ambiente.
Por la mañana le escurres el agua
y las lavas bien, escurres toda el agua y las tapas con la gasa y la fijas con la goma.
Procura que las semillas estén húmedas, pero inclina el frasco para que no
quede agua en cantidad.
Déjalo a temperatura ambiente
evitando el contacto directo con el sol, aunque preocupándote de que reciba luz
natural
Repite el proceso dos veces por
día, enjuagándolas y escurriéndolas, hasta que los brotes empiecen a nacer. Lo
sabrás cuando asomen rabitos verdes, y lo normal es que el proceso se complete
entre dos y cuatro días.
Enjuágalos cuando estén listos
retirando el agua y dejando que sequen en un colador. Puedes guardarlos en la
nevera en tarros herméticos de vidrio.
Podemos emplear germinados para
casi cualquier preparación: ensaladas, cremas, guisos, verduras, legumbres,
tostas y bocadillos, arroz, pasta, pescados y carnes…
Se sabe que, en la antigua China,
hace más de 5.000 años, ya se recetaban germinados para curar diferentes
trastornos de salud. De hecho, han seguido siendo parte de la dieta oriental. Y
aunque ya en la Biblia en el libro de Daniel se hablaba de los germinados, se
han necesitado siglos para que se les reconozcan todos sus méritos nutritivos.
En el siglo XVI los marineros morían
de escorbuto (carencia de vitamina C) en sus largos viajes, pero a partir de
1772-1775 el capitán Cook hizo que sus marineros comieran limas, limones y
distintos tipos de germinados, todos ellos con un alto contenido en Vitamina C.
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